Les comparto un poco de nuestras vacaciones familiares en Mérida y nuestra visita a Pisté y Chichén Itzá, en el hermoso estado de Yucatán.
¡Oh, Mérida! Ciudad Blanca, grandiosa, llena de cultura, hermosa arquitectura, comida deliciosa y gente maravillosa…sin duda se ha convertido en uno de mis lugares favoritos de México. Y dicho esto, les advierto que este es un post laaaaargo, precisamente porque es de un lugar donde hay tanto que hacer, ver, visitar y comer; además de que incluyo otras paradas que hicimos en lugares fantásticos del Estado de Yucatán.
Después de nuestra corta estancia en las Playitas de la Riviera Maya (pueden leer de esto aquí), fue hora de seguir adelante con nuestro tour a la Ciudad de Mérida… No pensé que tardaría tanto en compartir este post, pero tenía tantas fotos que organizar de esta parte de nuestras vacaciones y tantas cosas que les quiero contar que era imposible tenerlo listo en corto tiempo. Pero al fin, aquí les cuento cómo la pasamos en una de nuestras paradas favoritas 🙂
Nos fuimos en carro, obviamente, pues sólo está a 4 horas de la Riviera Maya, y el viaje fue más placentero de lo que imaginé. Llegamos al medio día, así que fue muy interesante la transición de calorsito playero a calor intenso y húmedo de la ciudad. Y aunque acaloradas y cansadas, mis hijas eran las más felices de estar en un lugar nuevo y con cosas nuevas que conocer. En la foto de abajo las pueden ver, bajaditas del carro al llegar al centro de la ciudad y felices como lombrices.
En cuanto llegamos a Mérida teníamos algunos asuntos que arreglar, así que anduvimos un poco acelerados. La verdad, yo lo único que quería era llegar a la casa, darme un baño fresco y descansar un poco. ¿Les he mencionado que rentamos una casa por airbnb? ¡Fue lo máximo! En verdad fue la mejor decisión que pudimos tomar. Como nos íbamos a quedar casi una semana en la ciudad, y la mitad del tiempo mi papá estaría acompañándonos, pensamos que era mucho mejor hospedarnos en Casa Elena que irnos a quedar a dos cuartos de hotel. Y mejor casa no pudimos haber escogido, justo en la colonia centro; había un súper a dos cuadras (por si algo se ofrecía, podíamos ir caminando), y nuestro anfitrión, Don Filemón, es una persona a todo dar. La próxima vez que vayamos a Mérida lo buscaremos de nuevo sin dudarlo 🙂
Una de las mejores cosas de rentar una casa, para mí, es que teníamos cocina y lavadora. Fue bien a gusto poder tener una cocina disponible para desayunar y poder lavar a la hora que se nos antojara (y con niños, es muuucho lo que hay que lavar). Sí, sí, en un hotel te limpian el cuarto y shalala, pero ni estábamos tanto tiempo en la casa como para ensuciarla, pero estuvimos lo suficiente para necesitar una cocina y todas esas cosas que normalmente tenemos en casa…y precisamente así nos sentimos, ¡como en casa!
Vean fotos de donde nos hospedamos aquí.
En fin, ese día que llegamos, nomás arreglamos nuestros asuntos y comimos unas tortas en el centro y nos fuimos a descansar un poco. En la noche salimos a cenar, por supuesto, y fuimos a la Chaya Maya (del centro), un lugar que no deben dejar de visitar si algún día están por allá. ¡La comida es deliciosa! El servicio muy bueno, y lo que más me encantó fue ver a las señoras haciendo las tortillas a mano, justo al entrar al restaurante; ¡mejor recibimiento no se puede tener!
Y bueno, comimos súper rico, a mis hijas les encantó ¡y probaron de todo! Pero creo que el Agua de Chaya y las Empanadas de Cazón fueron sus favoritas. Si ustedes no conocen la chaya, las hojas de este árbol son grandes y parecidas a las del árbol de maple, pero su sabor es muy parecido al de la espinaca, aunque un poco más amarga creo yo, pero la verdad es muy rica hecha agua. Es un ícono de la comida yucateca, así que cuando vayan de visita no deben dejar de probarla.
En una sentada probamos casi de todo, Cochinita Pibil (en torta), Empanadas de Cazón, Panuchos, Papadzules, y claro que no podía faltar un rico Guacamole.
No quisimos pedir postre porque a mí ya se me cocían las habas por comer una marquesita, jaja. Además de que nos llenamos mucho y necesitábamos un poco de reposo, jeje. Así que nos fuimos a dar un recorrido en calandria por Paseo Montejo, y terminamos en el Parque Santa Ana, donde estaban teniendo una especie de show cultural, con música típica, bailes y cosas por el estilo…La verdad, lo que más me encantó de visitar Mérida, fue que por todos lados encontramos eventos culturales. La gente local se involucra un montón en compartir y presumir lo bello y la riqueza de tan hermosa cultura, en verdad se nota el orgullo local por todo lo que poseen, ¡me fascina!
Y por fin…¡¡¡Marquesitas!!! Después de varios años, pude volver a saborear una de nuevo, y fue lo máximo 😋 Para quienes no las conocen, las marquesitas son como una crepa gigante (aunque con la textura de cono de helado) hecha rollito, rellena de queso holandés (los locales le llaman queso de bola) y otro ingrediente dulce de tu elección. Según sé, el relleno de queso con cajeta es el original, pero con el paso del tiempo han incluido otros ingredientes como Nutella, Lechera (leche condensada) y Mermelada de Fresa. La marquesita se cocina en una plancha para que quede súper delgadita y el tiempo suficiente para que salga doradita, y después de ser enrollada se haga crujiente y maravillosa…y perfecta 😁
Es un completo manjar y uno de los mejores inventos del hombre, jeje. Y no exagero, este es uno de mis antojitos mexicanos favoritos. Y como muchos de los antojitos de nuestro país, pues se vende en las calles, de carritos y únicamente por las noches. Así que cuando anden en Yucatán, ¡no olviden salir de noche a caminar para que prueben una(s)!!!!
Aquí les dejo este videito que grabé para que se les antojen más 🙂
Al día siguiente, nos fuimos a visitar las ruinas de Chichén Itzá, porque no importa cuántas veces las hayamos visto, ¡siempre nos impresionan! Pero ésta sería la primera vez de mis hijas, así que con más razón debíamos ir. En nuestro camino, nos detuvimos a comer en el pueblito de Pisté, riquísimo también. La verdad no recuerdo el nombre del lugar, es uno de esos sitios a lado del camino que tienen mesitas afuera, nada extravagante, pero está justo en frente de la Antigua Iglesia de Pisté… obvio, no podíamos dejar de tomar fotos ahí, ¡las construcciones antiguas siempre son las más bonitas!
Hubo muchos lugares que nos quedamos con ganas de visitar, pero Chichén no sería uno de ellos. Fue muy bonito recorrer las ruinas y explicarle a mis hijas lo que son y un poco de la historia de ellas. Es una lástima que ya no se puede subir a la pirámide, porque el estar allá arriba es una de las experiencias más maravillosas que hay.
Mi hija de 5 años estaba impresionada con todo, y haciendo preguntas de todo, y aunque fue algo un poco cansado para ella, sé que lo va a recordar por un buen tiempo. Una de las partes favoritas del recorrido fue el Cenote Sagrado, aún ahora, cuando leemos historias de su libro de leyendas mayas (que trajimos de allá), se emociona cuando mencionan los cenotes y dice «¡como el que vimos en Chichén Itzá!» Sin duda, la próxima vez que vayamos tendremos que llevarla a nadar a un cenote para que sienta la experiencia completa, jeje.
¿Y saben qué? Iba a compartirles todas las paradas que hicimos en las tierras hermosas de Yucatán, pero me acabo de dar cuenta de lo largo que se ha hecho este post, ¡y todavía me falta un montón que compartir! Así que lo dividí en dos… esta historia continuará.
Los dejo con esta selfie familiar, que ¡ah, cómo batallamos para que todos volteáramos a la cámara al mismo tiempo! Jajaja, no es la mejor foto, pero sí la única en que todos salimos sonriendo viendo a la cámara y con la majestuosa Pirámide de Kukulcán detrás 😀
Pueden ver más de nuestras vacaciones en México en mi Instagram 🙂
¡Feliz fin de semana!
También me encuentran en…
Facebook • Twitter • Instagram • Pinterest • G+
