A una semana y media del devastador terremoto que sacudió el centro del país, la verdad hasta se siente raro estar por aquí. Mi mente había estado en blanco y completamente en otro lugar. Mi corazón destrozado y queriendo latir por aquellos que ya no lo iban a hacer nunca más.
Pero aquí seguimos.
Muchos podrían pensar que el estar tan lejos de México nos blindaría un poco de tanto dolor por el que ha pasado la gente, pero no es así. Les prometo que quienes vivimos fuera del país sufrimos de la misma impotencia, frustración, y tristeza de no poder hacer un poquito más.
Pero en medio de tanta desgracia, como siempre, está ese rayito de esperanza. Esperanza de saber que esto pronto pasará y que, si bien será una prueba muy fuerte para muchos, también nos hará más fuertes.
Claro que no puedo comparar mis sentimientos a los que deben estar sintiendo aquellos que vivieron esto de primera mano. Mi corazón se hace pedazos al pensar en todas esas personas que perdieron algún familiar o amigo, o que siguen sin tener noticias de ellos. Los que sufren por que lo perdieron todo y además la naturaleza no los deja descansar.
No, estoy segura que lo que yo siento no se compara ni al 10% del dolor que ellos deben estar atravesando. Pero por eso estoy aquí, para hacerles saber que aunque no podemos comprender ni imaginar el dolor por el que deben estar pasando, no están solos.
Es increíble cómo nuestro verdadero sentido humano aflora en los momentos de adversidad. Y esta vez no ha sido la excepción, pero sinceramente para México, esta ha sido la lucecita al final del túnel que nos ha dado a todos un montón de esperanza y orgullo.
Al menos a mí me ha hecho sentir mucho orgullo.
❤️Orgullo de saber que soy de un país donde la gente no espera ni un momento para arremangarse la camisa y comenzar a ayudar.
❤️Orgullo de venir de un país donde la gente arriesga hasta su propia seguridad por seguir ayudando.
❤️Orgullo de saber que vengo de un país donde las manos que ayudan sobran.
❤️Orgullo de saber que en mi país las diferencias nunca podrán más que nuestro valor humano.
❤️Orgullo de venir de un país donde la gente da todo lo que tiene, sea mucho o sea poco, para ayudar a los demás.
❤️Orgullo de venir de un país donde las personas se confortan unas a otras aún sin conocerse.
❤️Orgullo de venir de un país donde la esperanza no muere hasta que se ha dado todo lo posible.
❤️Orgullo de saber que están equivocados los que dicen que «el pueblo tiene el gobierno que se merece».
❤️Orgullo de saber que ese México en el que hemos soñado por años, sí existe y sí es posible.
Imagen vía Buzzfeed
Soy mexicana y muy orgullosa del lugar donde nací y crecí. Ser parte de ese porcentaje de mexicanos que muchas veces es criticado por abandonar el país, en vez quedarse a aportar a él, duele hoy más que nunca.
Créanme.
Y en mi impotencia, como madre, como hija, como hermana, no podía estar tranquila hasta saber que cualquier ayuda que pudiera brindar desde mi trinchera tenía que ser algo que hiciera una diferencia. O sea, sé que no basta con orar por la gente que está sufriendo de una u otra forma, tenemos y debemos ayudar.
Ese martes 19 de septiembre, como estoy segura que pasó con muchos de ustedes, no pude dormir. Y mientras estaba acostada abrazada a mis hijas no podía pensar más que en eso.
¿Qué hacer si estoy tan lejos?
Estoy segura que muchos de ustedes sintieron lo mismo. ¿Cómo puedo ayudar si estoy tan lejos?
Y esto que les voy a contar, es únicamente porque me siento muy agradecida y admirada de haber experimentado de primera mano, aunque sea un poquito, de lo que la gente en México ha podido ver en estos últimos días. Ha sido una experiencia que creo ha cambiado nuestra manera de vernos a nosotros mismos. Como mexicanos fuertes, solidarios y que nos importa algo más que el hecho de estar bien nosotros y nuestra familia.
Y se los cuento a nombre de quienes estamos acá, para que sepan que no están solos. Que la distancia no nos hace ajenos a su dolor y la preocupación por nuestros hermanos que sí están sufriendo.
Porque muchos de nosotros llegamos a sentirnos hasta culpables de no estar allá. O sentimos que no hemos podido expresar lo que realmente sentimos porque los demás puedan pensar que estamos exagerando en nuestras emociones.
Y entre ese mar de emociones que me invadía esa noche del 19 de septiembre, no podía más que sentir agradecimiento porque toda mi familia se encontraba bien. Aprecié más que nunca el tener un techo sobre mi cabeza y un lugar calientito para dormir. Agradecí enormemente la salud de mis hijas y que estamos juntos como familia.
Y entonces, me di cuenta que una manera de mostrar ese agradecimiento es brindando apoyo a quienes esa noche ya no eran tan afortunados de contar con todo esto.
Pero ¿cómo?
¿Cómo ayudar estando tan lejos?
Esa noche mi esposo y yo hablamos de donar dinero a la Cruz Roja Mexicana o a la brigada de los Topos de Tlatelolco. Y si bien eso habría sido muy fácil de hacer, yo sentía que debía de haber una forma de hacer un poco más.
Imagen vía Buzzfeed
Mi hermosa Michelle!!!!!!! No había podido venir a leerte, y tenía muchas ganas de venir especialmente a este post. Me imagino que debe ser muy difícil estar lejos en este tipo de situaciones, pero la verdad que yo me siento súper orgullosa de que haya gente como tú, que desde lejos, hizo lo suyo… mucho más que algunos que estamos acá. Y me siento orgullosa de saberte mi amiga.
Tienes toda la razón, ahora el principal reto es que no volvamos a nuestro estado de hibernación, en el que solemos estar como pueblo, tristemente. Ojalá sea el principio de una verdadera revolución.
Te quiero mucho, y te agradezco en nombre de todo el gran esfuerzo que hiciste a través de esto. Eres súper inspiradora. <3
Awww Ro, querida, casi se me sale una lagrimita al leerte. Muchas gracias a ti por pasar a leer. La verdad este post era más como para desahogar todos mis sentimientos para poder volver a la «normalidad». Sí es tan difícil estar lejos de casa y en verdad espero que esta experiencia nos haya hecho cambiar a todos para bien. Te mando un fuerte, fuertísimo abrazo <3 🙂