Cómo he aprendido a vivir una vida slow; disfrutar más y preocuparme menos. Llegar a la meta es importante, pero disfrutar el recorrido lo es aún más.
Dato curioso: en mi casa no tenemos microondas.
Seguramente no somos los únicos en el planeta que no poseen tan conveniente aparato, lo que sí puedo decir es que tenemos una intención significativa detrás de esto. Aunque no la tuviéramos tan clara desde el principio.
reset emocional, mental y físico
Hace poco más de un mes regresamos de unas largas vacaciones (de 5 semanas) en nuestro país hermoso, México. Sin hacer el cuento muy largo, estas vacaciones marcaron nuestra vida de una manera muy especial.
Quizá fue el haber tenido la bendición de pasar tanto tiempo juntos como familia sin distracciones de trabajo y otras cosas, o el hecho de que sucedieron muchas cosas importantes durante este viaje. Sea como sea, regresé con una manera diferente de ver mi mundo, las cosas a mi alrededor y sobre todo la manera en la que ocupo mi tiempo y energías.
Hace no muchos meses me encontraba en una situación un tanto agobiante, y no por exigencias de la vida sino por exigencias que me imponía yo misma. Había caído en el vicio de exigirme más de lo que podía dar. Y en ese malvivir, queriendo llenar mis propias expectativas (un poco fuera de este mundo), me estaba perdiendo de muchas cosas importantes o no estaba disfrutando otras como debería.
No siempre tenemos la oportunidad de tomarnos unas vacaciones tan largas, y mucho menos estoy acostumbrada a estar despreocupada de casi todas mis responsabilidades cotidianas por taaaanto tiempo. Esto me ayudó en cierto sentido a darme cuenta qué responsabilidades eran realmente importantes y qué otras me las había impuesto yo misma sin mucho sentido en realidad.
Cuando llegó la semana 5 de nuestras vacaciones empecé a extrañar tener una rutina. Y claro que estaba disfrutando el no tener que cocinar o limpiar como acostumbro en mi casa, ¿quién no lo disfrutaría? Sin embargo, la rutina le brinda cierta estabilidad a mi vida. Soy como niña chiquita, jaja, me gusta saber qué va a pasar para mantener mi centro y mi mente en calma.
Pero a la vez me puse a meditar en cuanto a todas las actividades y responsabilidades que dejé en casa, junto con toda mi rutina, y comencé a evaluar cuáles en realidad sí me ayudan a vivir la vida que quiero tener. ¿En verdad esas actividades le brindan estabilidad a mi vida? ¿Me hacen feliz?
Después de estar lejos de casa por 5 largas semanas, con dos maletas para toda la familia, pude darme cuenta también que muchas cosas que dejamos en casa (posesiones y otras cosas no tangibles, como hábitos y compromisos), no los extrañaba, y que mi vida no sería diferente si estas no existieran.
Gracias a esas 5 semanas pude visualizar de una manera más clara cuál es la vida qué quiero tener, o más bien mantener. Porque lo que quiero en mi vida ya lo tengo.
Simplemente era cuestión de descartar las cosas que ya no me traían nada bueno o que simplemente no son imprescindibles. Pude ver claramente las cosas a las que debía decir adiós para entonces disfrutar más de aquellas que sí me hacen feliz y que sí son importantes.
A todo esto le atribuyo también que mi búsqueda de una vida más minimalista sigue en proceso. De hecho, creo que es algo que nunca termina. Porque sé que las cosas (incluyendo hábitos, rutinas, actividades, responsabilidades) que son importantes en mi vida ahorita quizá no lo sean en unos años. Simplemente debemos estar abiertos al cambio y estar dispuestos a dejar ir esas cosas que ya cumplieron su función.
Creo que era de esperarse que ahora quisiera evaluar las cosas de manera interna, ya que nuestro mundo exterior está conectado de una forma muy profunda a nuestro mundo interior. Era inevitable que después de hacer una limpia en mi exterior quisiera hacer una más interna y minuciosa.
Así que estas vacaciones que nos tomamos me sirvieron para resetear mi mente y mis prioridades. Dejar atrás esa mentalidad de que debo ser la mejor en todo y ser productiva o estar ocupada cada instante de mi existencia. Y simplemente poder disfrutar más el proceso en mis proyectos y metas, así como aceptar que a veces no es el tiempo para cumplirlos, o al menos no a la velocidad que espero. Ya llegará el tiempo.
vida slow
Volviendo al microondas…
¿Han escuchado alguna vez acerca del SLOW FOOD? Pues sí, básicamente es lo contrario a Fast Food.
La última vez que tuve microondas en mi casa fue hace más de 4 años, y sólo teníamos uno porque venía incluído en el departamento al que nos mudamos en el 2010. Cuando nos casamos en el 2007, nos regalaron uno que usaba muy de vez en cuando y que decidí regalar cuando nos mudamos a ese otro departamento.
Sin embargo, en los 3 años que vivimos en ese departamento si acaso utilicé el microondas 10 veces, es mucho. Lo utilizaban más que yo mis hermanas o mi primo cuando venían de visita\. Así que cuando nos mudamos a otro departamento nunca hice por comprar uno, porque en realidad no lo necesitábamos.
Y sí, es muy conveniente en ocasiones, pero no hay nada que se haga en microondas que no se pueda hacer en un horno convencional. Esa fue la única razón porque ya no quise tener uno, además de que casi no lo usábamos.
Ni siquiera había entrado a esta onda mía de hacer casero y desde cero (from scratch) todo lo que fuera posible y empezar con mi onda minimalista. Pero creo que este fue el comienzo, algo que ni yo sabía en ese momento que definiría nuestro estilo de vida unos años más adelante.
Hoy, puedo darme cuenta el por qué tenía tanto sentido para mí el no tener un microondas en casa. ¿Qué necesidad hay de apresurar el proceso de las cosas? ¿Por qué no tener una mayor conexión con los alimentos desde que están en su forma cruda hasta que están servidos en la mesa? ¿Por qué no disfrutar tanto el proceso como el resultado de cuando cocinamos nuestros alimentos?
Pues así igual, la VIDA SLOW ó SLOW LIVING. Debemos dejar de vivir esperando que la semilla que sembramos hoy pueda ser cosechada al día siguiente. Esto aplica a otras cosas al igual que a los vegetales 😉 La cosecha llega, eso que ni qué, pero toma tiempo.
Todas las cosas buenas de la vida toman su tiempo.
Cuando me convertí en blogger nunca pensé que esto se podría convertir en mi trabajo. Cuando eso sucedió, casi en automático y sin darme cuenta empecé con una vida súper acelerada. Comencé a exigirme lograr más y más, y la realidad es que empecé a agobiarme demasiado por querer hacer todo y a veces no poder hacer nada, o no poder hacerlo al ritmo que me gustaría.
Afortunadamente no estoy en una posición en la que mi familia dependa de mi trabajo como blogger (gracias a mi amado esposo guapo y chambeador 😊). Esto empezó como un hobbie y simplemente las cosas se fueron dando (gracias a ti por leerme 🙏🏽😊).
Y digo afortunadamente, porque en este momento de mi vida puedo llevármela tranquila o slow si así lo quiero. Puedo hacer una pausa cuando sea necesario (lo he hecho ya varias veces), y comenzar de nuevo cuando me siento lista para hacerlo.
Porque si me tardo una semana (o un mes) en escribir un post (por ejemplo, este post, jaja), pues no pasa nada. El mundo no va a explotar si lo comparto un día o tres semanas después de lo planeado.
Digo, llevo años slow blogging inconscientemente, pues nunca he sido de esas bloggers que comparten un nuevo post cada día, ni siquiera cada dos días. Yo lo hacía más porque mi situación no me lo permitía, aunque al sentir que no podía hacer o compartir más como yo quisiera a veces me frustraba.
Sin embargo, ahora puedo aceptar y ser feliz con el hecho de no poder hacer tantas cosas a la vez. Ahora no me invade esa ansiedad que a veces sentía por no cumplir con mis deadlines (impuestos por mí, cabe destacar). Además, para mí siempre ha sido muy importante compartir con ustedes más que cantidad, calidad. Así que al adentrarme en esta práctica de manera más consciente, puedo sentir tranquilidad de que lo que hago se alinea con el tipo de vida que quiero tener.
Y ojo, que con esto no estoy criticando a lxs bloggers que comparten nuevo contenido diario. La verdad qué padre, se los aplaudo y me quito el sombrero. Simplemente eso a mí no me funciona, al menos no ahorita que mis prioridades se centran en mi familia y en esta etapa que mis hijas requieren tanto de mi atención.
Antes podía hacer todo lo relacionado al blog de noche, mientras mi familia dormía, y desvelarme tres o cuatro noches seguidas sin problema. Ya no es el caso, la edad ya me está cobrando la factura, jaja, es por eso que de un tiempo para acá las cosas van más lentas en el blog.
Quizá en algunos años, ya que mis dos hijas estén tiempo completo en la escuela y me encuentre con demasiado tiempo libre en las manos, pueda volver al ritmo de antes. Por lo pronto me conformo con poder seguir compartiendo, aunque sea lento pero seguro.
Y pues así estoy con todos los aspectos de mi vida, llevando la vida slow, sin exigirme más de lo que sé que puedo dar en este momento. Y no quiere decir que no me rete a lograr mis metas o que mis proyectos se han quedado arrumbados en un cajón. Simplemente tomará un poco más de tiempo llevarlos a cabo y estoy feliz y tranquila con eso.
Así que ¡ojo! Esto no es conformismo. Creo que es importante que practiquemos la aceptación en todos los aspectos de la vida en los que no tenemos absoluto control.
Es increíble lo que un poco de aceptación puede lograr, pues desde que empecé a llevar esta vida más consciente (o mindful) me he visto con más tiempo para hacer cosas que hace mucho no hacía, como leer y hacer ejercicio.
Este reseteo emocional, mental y físico que tuve mientras estuvimos en México me ha servido para aceptar que no tengo menos de lo que quiero tener. Y esto no me impide poder lograr más tampoco, simplemente me ayuda a ser feliz con el aquí y ahora.
Esta es la vida que quiero tener.
Donde puedo disfrutar a mis hijas al 100. Donde el cocinar, limpiar y tener chorromil actividades no me quita el goce de disfrutar el proceso hasta en la actividades más rutinarias. Donde puedo disfrutar de aquellas cosas que nutren mi alma, mi espíritu y mi creatividad sin sentir una presión de fondo por todo lo que hay que palomear en la lista de cosas por hacer. Donde puedo disfrutar de tiempo para mí, de leer por placer, aprender cosas nuevas. Donde puedo ver más amaneceres y simplemente estar presente y ser feliz.
Así que bueno, así han estado las cosas en los últimos 3 meses por acá. Estoy feliz de regresar, a un paso menos acelerado que antes, pero aquí sigo. ¡Gracias por seguir aquí conmigo!
También te pueden interesar estos posts acerca de mi experiencia en mi búsqueda de una vida slow, más minimalista y con mucho más propósito 🙂
Que bueno que ya estás de regreso y a lo que leo mucho más relajada haces bien en en darle prioridad a tu familia la vida corre muy de prisa y cuando te das cuenta tus niñas ya no son niñas y el tiempo se llevó lo mejor de nuestras vidas ,te mando un abrazo lleno de cariño para ti y tu familia que El Señor los bendiga .
Así es Bertha, a veces nos dejamos llevar por el mundo que va tan de prisa. Muchísimas gracias por pasar a leer y por tus lindas palabras. Te mando un abrazo y bendiciones para ti y los tuyos también.
Que bueno que ya estás de regreso y a lo que leo mucho más relajada haces bien en en darle prioridad a tu familia la vida corre muy de prisa y cuando te das cuenta tus niñas ya no son niñas y el tiempo se llevó lo mejor de nuestras vidas ,te mando un abrazo lleno de cariño para ti y tu familia que El Señor los bendiga .
Así es Bertha, a veces nos dejamos llevar por el mundo que va tan de prisa. Muchísimas gracias por pasar a leer y por tus lindas palabras. Te mando un abrazo y bendiciones para ti y los tuyos también.